16 de Noviembre, 2010

El mito del libro del Instituto

Alumnos de 2° “B” del Instituto escribieron “mitos” explicando la presencia del libro gigante en el frente del Instituto.

Era uno de esos días, como tantos otro, donde los hermanitos Rulos y Lacios no paraban de pelear. La madre, la reina Gea, cansada de tantas peleas sin sentido, decidió pedir ayuda a su hermano Biblios. Éste era un dios muy sereno, protector de las buenas costumbres, las artes y las letras porque era muy inteligente. Biblios llamó a sus dos sobrinos y decidió ponerles una penitencia, para que los niños recapacitaran y pensaran sus actitudes, que tanto hacían sufrir a su madre. Y fue así que llevó a los niños a su enorme biblioteca y les encomendó la tarea de leer cada una de las maravillas que él poseía. ¡Eran más de mil! Al cabo de dos horas los chicos estaban por terminar la lectura de todos los libros pero se dieron cuenta que les faltaba sólo un libro por leer. Y comenzaron a pelearse otra vez. Cuando su tío los escuchó, les arrojó un hechizo y se convirtieron en un libro tan pesado y grande como sus carácteres cayendo estrepitosamente a la tierra, en la Base Navan Puerto Belgrano. Lucía GÓMEZ Había un bebé dios y era su cumpleaños. La familia le regaló un libro de Botánica. El niño estaba maravillado con el texto. Pasaron diez años y seguía leyendo el libro. Sus familiares, hartos de que estuviera mirando siempre el libro y se perdiera su infancia, le quitaron el texto y lo arrojaron a la tierra de los mortales. El infante lloraba desconsoladamente. Sus padres le explicaron que no debía llorar, porque estaba haciendo un bien, ya que, debido a ese monumento a la educación, se decidió construir una escuela. El chico, alegre, decidió que iba a fijar el libro al suelo para que nadie le quitara este bien a la gente. El libro trataba de Botánica, por eso las flores en el interior.

Lautaro CENTURIÓN

En un principio, cuando los alumnos solían estudiar (a aún o existía facebook), acostumbraba realizarse, bajo la observación de los dioses, numerosas competencias de sabiduría, donde participaban todas las escuelas de Punta Alta.Estas competencias consistían en complicados ejercicios de Matemática, Análisis y Comprensión de textos, Lecturas de obras literarias y diferentes preguntas de Cultura general.

Casa diez años, Atenea (diosa griega de la sabiduría) asistía personalmente a estos duelos intelectuales. A la institución que ganaba la mayor cantidad de competencias, durante esos diez años, la diosa le concedía un premio, ideado por ella, que tenía algún significado particular. El último año, a punto de festejarse las cinco décadas de estos certámenes, el Instituto “Centenarios” llevaba ganados la mitad de ellos, teniendo que ganar también ese último para asegurarse la victoria y con ello, el premio de Atenea.

Tras largos esfuerzos, el Instituto logró el triunfo. Las horas de estar felizmente estudiando, practicando y leyendo no fueron en vano y rindieron sus frutos. Entusiasmandos, esperaban el regalo de Atenea, quien se presentó ante la escuela y, con calma, dibujó con su lanza (como un lápiz) en la entrada un GRAN LIBRO. El dibujo, sobre el pasto, cobró volumen y se convirtió en cemento. Adelantándose a la pregunta que se asomaba por las expresiones de los alumnos, la diosa afirmó:

– Recuerden que siempre es importante tener la mente abierta y dispuesta, así como un libro espera ser leído. Así mismo deben expresarse con elegancia y corrección.

Desde ese entonces, el libro se encuentra allí, como evidencia de las primeras pruebas superadas y de los conocimientos adquiridos.

Aldana HUBERT (2º “B”).